El té kukicha, de origen japonés, es una bebida muy considerada en occidente por la influencia de la macrobiótica ya que es muy alcalinizante y tiene muy poca teína.
Sin embargo, en Japón se le conoce como el té de los pobres porque está hecho de los restos del té que cosechaban los campesinos.
Se obtiene de las ramitas de la planta del té, que se secan al sol y se guardan durante tres años en unas bolsas de papel. ¡¡Como si fueran vino¡¡ Luego se tuestan las ramitas y así es como se consigue ese sabor tan especial que tiene.
Es mi té preferido, sin ninguna duda. Además, sé que me ayuda a regular la acidez de la sangre y cada taza que tomo está repleta de minerales (zinc, calcio, selenio, cobre…) y de vitaminas del grupo A, B y C, y antioxidantes.
Se puede comprar a granel en supermercados ecológicos o ya empaquetado en estos mismos establecimientos y en herboristerías y tiendas de dietética.
Para elaborarlo, hay que echar una cucharada sopera por litro de agua, se hierve unos cinco minutos como mínimo y se deja reposar otro tanto o el doble de tiempo. Cuanto más tiempo hierva más sabor tendrá.
Al no tener prácticamente teína se puede tomar incluso por la noche aunque procurar no tomar mucho líquido antes de dormir porque si no tendréis que interrumpir el sueño para ir al baño y eso… no mola nada.