Es una de esas tartas que se hacen casi con los ojos cerrados y que todo el mundo debería probar alguna vez. No necesita azúcar para ser dulce y es perfecta para los niños, para los diabéticos, para los deportistas, embarazadas o madres amamantadoras y para las personas que se sienten débiles. La energía que aporta es estable y no vuelve loco al páncreas. La he preparado para el postre de este domingo y espero que llegue para esa hora porque la cosa ha empezado fuerte, jajaja.
Ingredientes: 2 vasos de harina integral + 1/2 vaso de melaza de arroz + 1/2 vaso de aceite + 2/3 vaso de algarroba en polvo o cacao puro + 1 sobre de levadura en polvo + 2 vasos de leche de arroz o de avena + canela en polvo (opcional) + 2 plátanos + un poco de ralladura de naranja
Elaboración:
Pones los ingredientes en un recipiente grande y los mezclas bien con una batidora. Cuando estén todos los ingredientes batidos y perfectamente mezclados, colocas la masa que te haya quedado en un molde para hacer bizcochos que previamente habrás manchado con un poco de aceite.
Lo dejas reposar 30 minutos sin meter al horno para que suba un poco la masa y lo horneas otra media hora a unos 180 grados.
El resultado es un estupendo pastel que te sabrá genial como merienda o desayuno. La textura es bastante consistente, así que te llenará, y como es seco, va muy bien acompañarlo con un té o con un café (de cereales mejor) .
No sé por qué me da que esta tarta la voy volver a hacer muy pronto…