El tahín o tahini es una crema o puré de sésamo que tiene muchos usos. Yo lo tomo a veces en el desayuno, como si fuera mantequilla, untado sobre un buen pan. Eso el día que no he preparado cereales o que, simplemente, me quiero dar el gusto de comer una rebanada de pan.
Además, lo utilizo para hacer hummus (puré de garbanzos) o para preparar alguna salsa. También he descubierto que cuando preparo verdura al vapor, si le unto una ligera capa de tahín por encima, el resultado es espectacular y el esfuerzo… mínimo, no?
Es un gustazo, este alimento, la verdad. En los países del Este y en la cocina árabe lo conocen muy bien, ya que lo comen como acompañamiento de otros platos, principalmente carne, o como aperitivo. En la industria alimentaria lo emplean para fabricar la masa de tostadas y panes especiales, además de cremas y patés.
La verdad es que últimamente lo he probado sobre una torta de maíz y… guauuuu… está aún mejor que con el pan.
En la cocina vegetariana y macrobiótica el tahín es un producto bastante usado y muy conocido, no sólo por su sabor intenso a frutos secos, sino por sus propiedades. Es rico en aceites saludables y calcio pero también tiene bastante grasa así que conviene no pasarse y utilizarlo con medida.
De todas formas, es una alternativa a la mantequilla y a la margarina mucho más saludable.
Se elabora moliendo las semillas de sésamo y lo venden en comercios de productos ecológicos, herboristerías y tiendas de dietética.