El amasake es un fermentado de arroz, de sabor dulce, que se puede usar tanto para endulzar postres como para dar otro toque a nuestras sopas o aliños.
Es una pasta cremosa con unas propiedades nutritivas muy interesantes, lo que la convierte en una alternativa saludable al azúcar y a los postres procesados y refinados. Para los que tengáis niños en casa o para los que sean unos golosos empedernidos, es un alimento que no debería faltar en vuestras casas.
Se puede tener un tarro abierto en el frigorífico y untar de vez en cuando una capa de amasake sobre un trozo de un buen pan de calidad. De esta forma, tendremos en cuestión de segundos una merienda o un desayuno estupendo. ¿Quién dijo que para comer sano hay que meter muchas horas en la cocina?
Otra de las ventajas del amasake es que es muy fácil de digerir, dado que es un fermento. Se obtiene después de fermentar el arroz integral (o la avena o el mijo) con el hongo koji.
Pese a que es un producto muy sano y de posibilidades casi infinitas, la mayoría de los paladares occidentales no lo disfrutan y solo lo conocen algunos usuarios de supermercados ecológicos, herbolarios y tiendas de productos naturales.
En Asia, en cambio, nos llevan ventaja en este tema y lo consumen habitualmente. En el caso de los japoneses, el amasake se toma en forma de bebida y es tradición brindar con ella en Año Nuevo. La preparan mezclando amasake y agua y la sirven con jengibre por encima.
Yo suelo acudir a la miel de melaza cuando necesito endulzar algo pero confieso que no acabo de acostumbrarme a su sabor. Gracias por esta sugerencia. Haré la prueba.