Es tu barrera de protección, la que te protege del mundo exterior y a través de la piel el cuerpo te habla. Cuando hay rojeces, granitos, sequedad, grietas… ella nos grita algo. Llama nuestra atención para que miremos dentro y vayamos más allá de lo que nuestros ojos ven a simple vista.
Durante el invierno y el otoño, la ocultas con capas y capas de ropa. La resguardas del frío y puede que también hasta la olvides.
Pero cuando dejas los abrigos y los jerseys de cuello alto, no te queda más remedio que mirarla… ¿y qué ves? Los estragos del estrés, de la comida precocinada y recalentada en el microondas, de la falta de cariño hacia ti misma y de las cero horas de cuidado personal que te has dedicado. leer más