Archivos mensuales: enero 2015

Tarta de manzana y pera

Me gustan estas tardes de invierno

Me gustan estas tardes de invierno

Las tardes de los sábados en invierno tienen un puntito entre melancólico y hogareño, como la de hoy, y he aprovechado este momento para buscar sabores tradicionales pero sin los ingredientes que más nos perjudican, uno de ellos el azúcar.

Me he zambullido en el libro «Mis recetas de cocina anticáncer» de Odile Fernández, una médico que seguramente conocéis todos porque después de superar en 2010 un cáncer de ovario con metástasis, se ha hecho famosa por sus libros en los que habla de la relación entre la alimentación y la enfermedad.

El caso es que he encontrado una receta de tarta de manza y pera que me ha hecho ensalivar y me ha traído recuerdos familiares. El resultado ha sido excepcional, así que la comparto con todos vosotros.  No lleva ni un gramo de azúcar y para ser una tarta es bastante ligera aunque, y esto va por los veganos, aviso que lleva huevos. Yo no tengo problemas en comer huevos de vez en cuando pero siempre procuro que sean ecológicos y de gallinas felices.

Bueno, no me enrollo más, a ver qué os parece…

Ingredientes: 3 huevos ecológicos + 75 ml de melaza de arroz o sirope de ágave + 50 ml de aceite de oliva virgen extra + 100 gr de harina integral de espelta + 1 cucharadita de sal marina sin refinar + 2 manzanas golden + 2 peras + canela molida + 1 sobre de Royal

Elaboración: Cortar las manzanas y las peras por la mitad y después de quitarles el corazón, cortarlas en gajos finos. Rociar la fruta con unas gotitas de limón para que no se oscurezca y reservar.

Encender el horno a 180º para que se vaya calentando.

Mezclar en un cuenco los huevos y la melaza de arroz con una varilla eléctrica (también puedes hacerlo a mano si eres maños@) hasta que tengas una crema espumosa. A continuación, agregas poco a poco la harina tamizándola, posteriormente el aceite (también despacito), la sal, el sobre de «levadura» Royal y lo vuelves a batir con la varilla.

En la receta original de Odile, ella no utiliza ningún impulsor ni levadura pero yo he considerado que de no hacerlo quedaría una tarta muy poco esponjosa y he preferido hacerlo. Quizás un día pruebe a ver qué pasa si no se lo añado pero el resultado me ha gustado tanto que no sé si lo haré.

Bueno, siguiendo con la receta. Una vez que tengas los ingredientes batidos y que hayas metido bien de aire a la masa con las varillas, coloca las manzanas cortadas en forma de gajos en un molde, previamente untado en un poquito de aceite.

Procura que cubran bien toda la base del molde y entonces echas parte de la masa por encima y colocas las láminas de pera en una segunda capa y viertes el resto de la mezcla.

Pues decorar con gajos de fruta sobrante la última capa de la tarta y espolvorear por encima un poco de canela en polvo.

Hornea la tarta entre media hora y una hora, según la potencia de tu horno. Cuando esté hecha, sácala del horno, déjala que se enfríe un poquito y lista para disfrutar!!!

Receta apta para macrobióticos, diabéticos, niños, abuelos, padres, madres, embarazadas, solteros, viudas, separadas, golosos en general y para todo el que sepa disfrutar de las cosas ricas, jajaja.

 

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Buscando restaurante en París

Entrada a L'AS du Fallafel

Entrada a L’AS du Fallafel

Antes de ir a París ya imaginaba que no iba a tener ningún problema para comer bien. La cuestión que más me preocupaba era no quedarme sin blanca en los tres primeros días pero si pones un poco de atención y tomas precauciones, pan comido!!

Os avanzo que de la cuisine parisienne no tengo ni idea, así que no os daré ningún consejo sobre los platos típicos o dónde los preparan mejor, yo lo que he hecho ha sido frecuentar restaurantes japoneses, vegetarianos, ecológicos y orientales.

La zona por la que más he comido ha sido Le Marais, un barrio muy recomendable para alojarte, ya que está muy céntrico, hay mucha gente joven, muchas tiendas, restaurantes interesantes y galerías de arte. Recuerda un poco a Chueca (Madrid), porque es el preferido de la comunidad homosexual, pero esto cogerlo con pinzas porque de Chueca tiene más bien poco. En todo caso, y siguiendo con el ejemplo de Madrid, podría ser una mezcla de dos barrios, Salamanca con Chueca. En fin, que son cosas mías. El caso es que el barrio en cuestión mola bastante y es un buen sitio para ir a comer o cenar.

Antes de ir a París llevaba una lista de restaurantes a los que quería ir y uno de ellos era L’AS du Fallafel (Rues des Rosiers 32-34). Es un local israelí de Le Marais famoso por su falafel y por las colas que hay para entrar en él. Nosotros tuvimos suerte y sólo esperamos cinco minutos el segundo día, el primero fuimos derechitos a la mesa, toma ya!!

Falafel servido en bocadillo

Falafel de L’AS du Fallafel servido en bocadillo

En París, este sitio es toda una institución (dentro de la comida oriental), ya que lleva un montón de años abierto, y tiene fama de hacer el mejor falafel de la ciudad. Probé el falafel en su versión de plato completo (15 euros ), no en bocadillo, y me encantó. Ponen mucha cantidad y la calidad es realmente buena. Acompañan las croquetas de garbanzos con una ensalada de lombarda, otra de tomate y pepino, otra de col y tres salsas diferentes, hummus, tomate y la tercera era prácticamente tahín cien por cien pero no supe identificarla.

Además, te ponen pan de pita para untar. El restaurante no es muy grande y siempre está abarrotado de gente. Muchos vecinos judíos de Le Marais, que tradicionalmente han vivido en esta zona de la ciudad, acuden a L’AS du Fallafel con sus familias, lo que da una idea de la calidad de sus famosas croquetas.

Cuando me sirvieron, corté una de las bolitas de garbanzo por la mitad y me llamó la atención su color,  con un verde bastante intenso, debido a la cantidad de perejil y/0 hierbas aromáticas que usan.  Además, me gustó el tamaño de las bolitas (son del tamaño de un bombón) y que estuvieran cubiertas con semillas de sésamo.

A pocos metros de L’AS du Fallafel hay otra opción de comida informal, sana y sin gastar mucho. Se trata de Miznon (Rue de Ecouffes, 22).

La carta del Miznon

La carta del Miznon

No lo tenía fichado ni lo había visto en ninguna guía pero su escaparate, lleno de tomates, limones, pimientos y coliflores, me atrapó. La decoración moderna, estilo vintage, terminó por convencerme.

El primer día que pasé a su lado, prácticamente pegué la nariz a la ventana para no perder ni un detalle, pero como estaba recién comida no entré. Tardé un día en volver, quería probar qué ofrecían en aquel restaurante que adornaba su barra con berenjenas y puerros. Me decanté por una pita de coliflor a la plancha con verduras salteadas y salsas que me supo de muerte. Mi chico probó otra versión, ratatouille con hummus, y no sabría decir cuál de las dos me gustó más. Deliciosas!!

Nosotros comimos junto a la ventana que hay nada más entrar, pero si pasas la barra verás que hay más mesas en el interior del local. Después, he sabido que el dueño del Miznon es un chef israleí muy popular, Eyal Shani, que ya tiene otro restaurante con el mismo nombre en Tel Aviv.

En su nuevo proyecto cerca del río Sena, se sirven platos que fusionan la cocina israelí y la francesa dentro de un pan de pita. Una combinación sabrosísima y muy recomendable. También hay platos con carne, así que hay opciones para casi todos los gustos.

Verduras y más verduras en Miznon

Verduras y más verduras en Miznon

Otra sugerencia interesante para los vegetarianos y amantes de lo ecológico, en este mismo barrio de Le Marais, es Bob’s Kitchen (Rue des Gravilliers, 74).
No tuve tiempo de conocerlo en persona pero estaba en mi agenda porque dicen de este pequeño café-restaurante que todo lo que ofrece es orgánico, sano y hermoso…no está mal, no?
En Bob’s Kitchen se pueden comer ensaladas, sopas, futomakis y  guisos vegetarianos. Me quedó pendiente para una próxima escapada a Paris.
Foto de Bob's Kitchen, rollitos de sushi

Foto de Bob’s Kitchen, rollitos de sushi

Además, y como en cualquier lista de restaurantes que se precie, para mí no puede faltar la opción japo. No sé cómo me las apaño pero casi siempre que voy a ciudades más grandes que la mía acabo entrando en un restaurante japonés. Creo que esta manía mía se debe a que en Vitoria, donde vivo, escasean este tipo de sitios y no hay ninguno del que pueda decir que es realmente bueno.
Pero a lo que iba. Si te preguntas por qué voy a restaurantes japoneses siempre que puedo, te diré que es lo más parecido a un restaurante macrobiótico que puedo encontrar y porque me apasiona su forma de cocinar y soy fan del sushi.
Además, en la carta de un restaurante japonés nunca faltan una sopa de miso, fundamental para reponer fuerzas después de patearte medio Paris, sobre todo en invierno, y un delicioso maki sushi de aguacate o de huevas de pez volador (mis preferidos).
Por recomendar uno en París, mencionaría Isami  (4, Quai d´Orléans), un pequeño bar-restaurante que no atrae clientes por su decoración o su lujo sino por preparar los mejores sushis y sashimis que se pueden comer en esta bellísima ciudad.
El matrimonio Nakamura regenta este pequeño espacio al que acuden en masa los amantes de la cocina japonesa. Es necesario ir con reserva previa.
El Isami es un local acogedor

El Isami es un local acogedor

Ver la habilidad del cocinero japo preparando rollitos de arroz con algas te dejará boquiabierto. Los pescados crudos son la estrella de su carta y son de una calidad excelente, muy muy frescos.
Sashimi Moriawase del restaurante Isami. Foto tomada por un cliente.

Sashimi Moriawase del restaurante Isami. Foto tomada por un cliente.

Una quinta sugerencia dentro de esta pequeña lista es Le Potager du Marais (24 Rue Rambuteau), cerca del Museo Pompidou.
Es un restaurante vegetariano-vegano donde puedes elegir entre una selección de comida francesa sin carne ni pescado. La sopa de cebolla es un plato triunfador en este local.
Le Potager du Marais

Le Potager du Marais

Estas son mis sugerencias para comer sano si te escapas unos días a París pero recuerda que hay decenas de sitios a los que ir y posiblemente encontrarás lo que buscas. Es cuestión de caminar con los ojos abiertos y el olfato bien agudizado.
Y si te alojas en un apartamento y dispones de cocina, yo probaría a ir a un mercado a comprar producto fresco y a preparártelo tú mismo. Otra forma de conocer París y sus sabores.
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Comer sano en un aeropuerto

 

Algo de lo que ofrece la cadena Exki

Algo de lo que ofrece la cadena Exki

Coger un avión es una experiencia que siempre me ha fascinado. Para empezar, confieso que me sigue pareciendo un fenómeno casi «paranormal» que semejantes moles puedan despegarse del suelo y elevarse a miles de kilómetros de la tierra sin caerse. Aunque me expliquen una y otra vez el mecanismo físico que permite a un avión volar, a mí me sigue pareciendo algo mágico, así que yo me subo al avión con la emoción de quien va a asistir a un espectáculo inédito.

Soy así de feliciana para estas cosas, ¡qué le vamos a hacer! pero no pienso corregirme porque disfruto como una niña de cada trayecto, salvo que dure más horas de las que el cuerpo puede soportar felizmente sentado.

Como ocurre con casi todas las cosas, lo de volar también tiene uno o más lados negativos. Uno de ellos es el momento del papeo. Si tienes la mala suerte de tener que ir a un aeropuerto con el estómago vacío, lo normal es que te subas al avión deseando llegar a tu destino para comer algo decente y no muy guarreras sin que te saquen los ojos.

Los que llevamos una alimentación que se sale de lo común y corriente solemos encontrar más obstáculos para satisfacer nuestro apetito, que por otra parte es igual de canino que el de todo el mundo, pero hoy he comprobado con satisfacción que las cosas están cambiando y que cada vez es más sencillo viajar sin echar por tierra todos mis principios dietéticos.

La sorpresa me la he llevado en el aeropuerto de Orly (París), donde me he topado con restaurantes de comida rápida que me han dejado con la boca abierta,  Boco y Exki.

La presentación también gana puntos

La presentación también gana puntos

Las estanterías estaban llenas de apetitosos sandwiches de pan integral con verduras, hummus, setas shitake o nabo daikon… Ensaladas a base de arroz negro, de quinoa y cuscús, así como platos calientes de pasta o quichés de verduras…

Una tosta "verde" de Exki

Una tosta «verde» de Exki

Una lujuria verde que ha hecho saltar por los aires mi idea sobre la comida de los aeropuertos, de algunos claro, porque en el de Bilbao, que es el que más cerca me pilla, …el color verde sigue en los montes que lo rodean pero no parece llegar a los locales de hostelería del aeropuerto.

Espero que algún día no muy lejano el cilantro, la rúcula y las semillas de sésamo estén presentes en los menús de los aeropuertos y podamos decir por fin adiós al falso sandwich de pacotilla conocido como vegetal y que lo único que tiene de verde es una triste hoja de lechuga acompañada por un poco de tomate chuchurrío, ahogado con un chorretón de mayonesa y coronado por un huevo cocido y una loncha de jamón york. Y es triste tener que recordarlo pero los huevos los ponen las gallinas y no crecen en las huertas, con lo cual no sé qué pintan en un plato vegetal, y del jamón york…mejor ni hablamos.

Por cierto, en algunos aeropuertos como en el de Dallas Fort Worth no sólo han entendido esto hace tiempo sino que además han habilitado salas para que durante las horas de espera los viajeros practiquen yoga. Pero igual es mucho pedir, así que me conformo con que le den pista al falso verde y hagan más sabroso y nutritivo el vuelo.

No estaría nada mal, eh?

No estaría nada mal, eh?

 

 

 

 

 

 

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