Una buena besamel es la guinda de un pastel (salado) o de una lasaña aunque también es un acompañante perfecto para unas verduras gratinadas al horno. Hacerla no requiere grandes habilidades y no tiene por qué llevar harina. Mira cómo la preparo yo.
Ingredientes: 300 gramos de coliflor + 2 cebollas + aceite + sal + leche vegetal + nuez moscada + pimienta negra + miso blanco
Elaboración: Picas finas las cebollas y las dejas que suden y que se ablanden con un poquito de sal en una sartén untada en aceite unos 15 ó 20 minutos. A continuación, añades la coliflor cortada en flores (previamente lavada) y un buen chorro de agua (sin que la cubra) y la dejas que hierva otros 20 minutos. La aderezas con un poquito de sal, un toque de pimienta negra molida y una chispa de nuez moscada. Dejas que se cocine con la tapa puesta.
Pasado ese tiempo echas la coliflor y la cebolla en un recipiente pero sin el líquido de la cocción y lo bates. Añades un chorrito de leche vegetal (las de avena o de arroz son mis preferidas) y una cucharada de miso blanco para espesar la salsa y darle un sabor más dulce.
El resultado es francamente bueno y no hay peligro de grumos ya que no lleva harina.
La salsa bechamel o besamel original (con harina, mantequilla y leche de vaca) tiene origen noble ya que lleva el nombre de un marqués de la corte de Luis XIV (Francia), un tal Louis de Bechamel, que al parecer la inventó para acompañar al bacalao seco. De todas formas, es una de las muchas teorías que circulan sobre el origen de esta salsa, así que… vaya usted a saber¡¡ Lo que está claro es que es la base de grandes platos que a todos nos gustan como croquetas o canelones.
La versión vegana es apta para todos los públicos y es mucho más digestiva y ligera.