Francisco Varatojo, director del Instituto Macrobiótico de Portugal (IMP), cuenta en una entrevista a sugarnobaby su visión más revolucionaria sobre la macrobiótica.
Como profesor, es muy habitual escucharle hablar sobre enfermedades degenerativas y sobre el cáncer pero el que fuera asistente personal de Michio Kushi durante años, también cree que la macrobiótica tiene otro papel importante que jugar en la sociedad actual.
Dirige el centro educacional macrobiótico con más alumnos del mundo y considera que al margen de los Estados Unidos y de algunos países de Europa donde la macrobiótica ha sido muy difundida como una dieta restrictiva para personas con cáncer y otras enfermedades muy serias, muchos jóvenes se acercan al IMP atraídos por otra de las caras de la macrobiótica.
¿La macrobiótica interesa a la juventud? ¿Tiene futuro?
R: La macrobiótica, como filosofía de vida es muy revolucionaria, es una herramienta muy buena para transformar muchos de los problemas sociales actuales. Como tal, debería interesar a la juventud, que normalmente tiene una esencia menos conformista y más revolucionaria.
¿Esta filosofía de vida qué ofrece a los jóvenes?
R: La posibilidad de ayudar a crear un mundo más sano, más justo y de contribuir a la regeneración del planeta, una tarea esencial si queremos dejar un planeta habitable para nuestros descendientes. A un nivel personal, aporta más vitalidad, más creatividad, más libertad personal, y la capacidad de aprender a usar nuestra propia inteligencia e intuición.
¿Cómo se lleva una vida macrobiótica viajando por todo el mundo?
R: Cuando estoy en Lisboa como en casa o en el instituto, por lo que tengo una práctica macrobiótica bastante buena. Cuando viajo, soy más flexible pero no tomo carne, lácteos, azúcar o productos químicos. Si tengo compromisos sociales puedo comer algo con lácteos o azúcar pero es bastante raro y a la hora de comer fuera, elijo normalmente restaurantes orientales donde siempre encuentro arroz, pasta, verduras o algo de pescado.
¿Crees que habría menos conflictos en el mundo si comiéramos más de acuerdo con los principios que propone la macrobiótica?
R: Por supuesto que sí. Si nuestra alimentación está más basada en productos vegetales la tendencia es a ser personas más pacíficas. Eso no significa que no haya personas vegetarianas bastante agresivas o personas que comen mucha carne y que son muy pacíficas, pero de una forma general, la alimentación que elegimos influye de manera enorme en nuestro comportamiento.
La ciencia empieza a reconocer que la alimentación tiene poder preventivo en algunas enfermedades como el cáncer… ¿Crees que se está produciendo un cambio, una evolución?
R: Sí, cada vez más hay evidencia científica de que lo que comemos es la causa de la mayoría de los problemas de salud modernos y eso va a ser cada vez más evidente.
Una de las enfermedades que más preocupan a la sociedad actual es el cáncer, ¿qué ofrece la macrobiótica frente a los tratamientos tradicionales como la quimioterapia?
R: Hay muchas personas en todo el mundo que se han recuperado de cáncer con una práctica macrobiótica y aquellas que siguen un tratamiento de quimio o radioterapia tienen normalmente muchos menos efectos colaterales.
Y si un paciente va a tu consulta y te dice que quiere ser feliz, ¿qué le recetas?
R: Esa es una cuestión de decisión personal, la persona tiene que decidir querer ser feliz. En nuestra mano está pasarnos toda la vida en la queja y en el papel de víctima o decidir que queremos ir adelante y vivir nuestra vida de una forma gratificante y feliz.
De todas formas, yo le aconsejaría también que coma bien, que haga alguna actividad física, que esté en contacto con la naturaleza y que haga cosas que le dan placer.
¿Esta forma de alimentarse está al alcance de cualquiera? ¿Se puede llevar una vida macrobiótica y natural sin gastarse una fortuna?
R: Sí, claro. Los alimentos base de la práctica son muy baratos: Cereales, verduras, legumbres, frutos secos y semillas. No es necesario ser rico para seguir la macrobiótica. Está perfectamente al alcance de cualquiera.