10 formas de practicar mindfulness con la comida

Foto de picjumbo

Ya lo dice la sabiduría popular, es mejor encender una vela que maldecir las tinieblas. Las velas cambian por completo el ambiente de tu mesa. Y no hace falta que las enciendas sólo cuando tienes una cena romántica.

Lo haces todos los días y hasta tres veces mínimo pero, realmente, ¿estás en la mesa cuando comes?

De cuerpo presente ya imagino que sí, pero si te pregunto qué comiste ayer, ¿te acordarías? Da la sensación de que muchas personas lo han convertido en un acto mecánico y más que comer engullen.

Lo necesitamos para vivir y mal que bien todo el mundo hace varias comidas al día, sin embargo, pocas personas disfrutan de los alimentos, los saborean y son conscientes de cómo se sienten después de haberlos ingerido. ¡Cuánto daño hace el piloto automático a la digestión!Lo que suele ocurrir es que la gente ve determinados alimentos como una vía de escape frente al estrés, miedos e inseguridades y la hora de la cena es la de más peligro.

Llegas a casa después de un día interminable y ¿qué haces?

Inflarte a cenar alimentos grasos y darte un festín de dulces hasta quedar K.O. Es una espiral que crea adicción y sentimientos de culpa pero hay una forma de que dejes de sentirte «frita» y de que establezcas una nueva relación con la comida.

Y no te hablo de dietas. Te hablo de que prestes atención a cómo comes.

Foto de Picjumbo.

La decoración de tus platos también tiene su importancia. Este desayuno, por ejemplo, invita a ser saboreado y disfrutado, ¿no te parece?

Seguramente has oído hablar de mindfulness y puede que entre tu lista de objetivos no cumplidos esté el aprender a meditar o practicar yoga, sin embargo, por más que anhelas ser una yogui, a la hora de la verdad, lo ves imposible.

¿Qué pasaría si te dijera que lo puedes hacer cada vez que te sientas a la mesa? No necesitas un zafu (cojín de meditación), ni velas… ¡Contigo misma te bastas!

Si sigues los siguientes consejos y los conviertes en un hábito (aunque sólo sea dos de ellos), comerás mejor y te darás cuenta de cuándo estás comiendo por hambre y cuándo te estás dejando arrastrar por tu estado emocional.

¿Cómo dejar de comer por impulsos y hacerlo atentamente y de manera serena?

  1. Apaga el móvil y la televisión. Son los responsables de que no sepas ni lo que te estás llevando a la boca.
  2. Come en silencio y de manera pausada, masticando cada bocado lo máximo que puedas.
  3. Escucha a tu cuerpo, ¿lo oyes cuando te dice que pares? ¿qué sueles hacer en esos casos?
  4. Observa tus antojos y pregúntate qué esperas que hagan por ti esos caprichos que tanto te atraen.
  5. Cuando tienes un antojo y te lo permites, ¿te conformas con un poco?
  6. ¿Te sientes adicta a algún alimento? ¿En qué momentos lo necesitas?
  7. La próxima vez que tengas un antojo muy fuerte, párate un segundo y analiza ese deseo como un pensamiento que te domina pero como algo ajeno a ti. Tú no eres esa adicción. No sigas el impulso de comerlo, ¿qué te puede pasar? (Hazlo a modo de experimento y cuéntame cómo te has sentido).
  8. Prepara recetas sabrosas con ingredientes sanos y practica la respiración abdominal mientras cocinas. Si no te manejas bien con este tipo de respiración,  presta atención plena al hecho de cocinar. Ejemplo: Si pelas una zanahoria, fíjate con qué suavidad lo haces, qué olor desprende la zanahoria, qué forma tiene… Trata de imaginar qué cantidad de sol y de lluvia ha necesitado para convertirse en lo que ahora es…
  9. Después de comer, pregúntale a tu cuerpo cómo se siente y piensa qué trata de decirte cuando lo notas pesado, agotado o tenso e insatisfecho.
  10. Presta atención también a los ingredientes de tus alimentos y a cómo fueron producidos. ¿Están conectados con la naturaleza o han sido desnaturalizados en largos procesos industriales? ¿Te nutren o te dejan sensación de vacía?

Faltan pocos días para que las comidas de Navidad sean el centro de todos los hogares, así que ese puede ser un momento perfecto para que te sientes a la mesa como una observadora y saques tus propias conclusiones sobre la predilección de tu familia por unos determinados alimentos.

Piensa cómo influye eso en ti.

Un ejercicio muy sencillo para empezar a practicar mindfulness con la comida es convertir este momento del día en toda una experiencia visual, olfativa y gustativa.

¿Conoces el experimento de la pasa? Aquí tienes un audio para hacerlo en tu casa. Siéntate en un lugar tranquilo, donde nadie te moleste, y coge una pasa. Ahora cierra los ojos y déjate guiar por la meditación.

Una sencilla uva pasa te ofrecerá un viaje a la consciencia y a la atención plena.

¿Qué crees que te ha querido decir este ejercicio?  ¿Tu relación con la comida merece un nuevo comienzo?

¿Por qué lo llamo mindfulness y no meditación?

Posición de loto

Esta es mi postura preferida. Posición de loto y con el mudra jnana. Las puntas de los dedos índice y pulgar se tocan y el resto de dedos estirados. Ayuda a la concentración y a la calma.

Mindfulness es un tipo de meditación que tiene su origen en el budismo y que consiste en cultivar la atención plena.

Básicamente se enfoca en desarrollar esta capacidad de prestar atención a nuestros pensamientos, sin juzgarlos, a nuestra respiración o a momentos cotidianos como comer, cocinar, conducir o caminar.

Jon Kabat-Zinn, impulsor de esta filosofía en Estados Unidos, lo cuenta así de bonito en su libro «Vivir con plenitud las crisis» :

El arte de vivir conscientemente consiste en desarrollar las habilidades y la flexibilidad necesaria para enfrentarnos y navegar eficazmente en las diferentes condiciones meteorológicas que la vida nos depare.

Kabat-Zinn es fundador y director de la Stress Reduction Clinic y del Center for Mindfulness in Medicine, Health Care and Society de la Universidad de Massachusets, donde introdujo la práctica de la atención plena en pacientes con dolor crónico o que han sufrido alguna incapacidad a raíz de una enfermedad o de un accidente vascular.

El programa con el que trabaja dura ocho semanas, tiempo suficiente para que los pacientes que se embarcan en esta aventura se entrenen de manera avanzada en el arte de vivir.

Pedazo de reto, ¿te apuntas?

Llevo una semana practicando mindfulness todas las noches, antes de dormir, y quiero hacerlo 40 días seguidos hasta convertirlo en un hábito.  Aunque todavía es poco tiempo para notar cambios, sí que tengo la sensación de tener más calma mental y de estar más conectada cuando hago yoga.

Además, me preparo cenas más ligeras y con mucha verdura. (En invierno que no me falten una buena sopa o una crema).

Si ya eres una experta en mindfulness, soy toda oídos!! No te lo quedes para ti, comparte!!